jueves, 5 de junio de 2008

No eres lo que eres, eres lo que perciben

Ayer recibí un correo electrónico que me ponía a caldo. Provenía de un alto cargo de una empresa en la que estuve. Me ponía de gilipollas para arriba, de soberbio, de fantasma, de hipócrita, de plagar mi web de faltas de ortografía.

Vamos, una ración generosa de odio y rencor. Y eso que en aquella empresa estuve ¡1 día!

Hombre, me ha dolido un poquitín. Pero a estas alturas de mi vida me resbalan muchas de las acusaciones chorras que me lanzan. Máxime cuando mi vida profesional va de éxito en éxito, reconocido por gente que me importa mucho más que el sujeto que me dedicó su mail.

Esto me ha hecho confirmarme en una idea que Andrés Pérez Ortega me enseñó, y que no paro de comprobar: no eres lo que eres, eres lo que perciben.

Este proyecto, "Google Humano", forma parte de mi estrategia para desarrollar mi marca personal. Y no es porque lo diga Andrés, Tom Peters, y otros gurús de la gestión de carreras profesionales, es que yo mismo he comprobado que es una herramienta magnífica para que buenos profesionales destaquemos de entre la masa. A veces destacamos demasiado, pero es parte del juego porque los clientes eligen una marca a menudo por razones completamente irracionales. E igual que hay gente buena que te elige por un cúmulo de percepciones, a veces nos eligen algunos frustrados para lanzarnos su bilis.

Así que, mientras me han invitado a participar en numerosos proyectos y eventos de una manera sorprendentemente rápida (a veces con 2 conversaciones "pillamos" la valía de una persona), me he quedado sorprendido por como una persona, con la que solo interactué durante una reunión de una hora, me tiene el suficiente odio para encontrarme en Internet ¡después de 2 años de aquella jornada! y dedicarme un rato a redactar un correo para saldar cuentas con su orgullo.

Por cierto, en aquel día de marras se me exigió preparar, en menos de un mes, los contenidos de unos 20 cursos a distancia de arte y cultura. Pero lo más "gracioso" era que la tal "escuela de negocios" había vendido los cursos sin tenerlos preparados y tenía ya a unos cuantos alumnos matriculados. Vamos, que habían vendido humo y necesitaban a un angelito que les sacara del aprieto. Y por mil euros al mes. Dividí los cursos entre mis horas de trabajo y me salió que apenas disponía de 3 horas de trabajo de documentación por curso. Ni Supermán con doctorado en Harvard. Aquella misma tarde les llamé y educadamente les dije que buscaran a otro para obrar el milagro.

Por eso duré un día. Pero jolín lo que está cundiendo.

Cosas de tener una potente marca personal.

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5 comentarios:

A las 9 de junio de 2008, 23:12 , Blogger Juan Martínez de Salinas ha dicho...

Hola Miguel Ángel,

Interesante tu blog.

Saludos,

Juan Martínez

 
A las 10 de junio de 2008, 10:08 , Blogger Miguel Ángel López Trujillo ha dicho...

Gracias Juan.

De todas maneras este post no trata sobre temas habituales de mi blog, si no sobre las percepciones de gente con la que has "intentado" trabajar.

Cuando tenga un ratito colgaré alguna otra fuente de información chula.

Gracias por seguirme.

Miguel Ángel

 
A las 13 de junio de 2008, 13:47 , Anonymous Anónimo ha dicho...

No te preocupes, en tu honor cuelgo en mi blog la fábula de Esopo de los peces grandes.

Shit happens!!

:P

RT (no me deja poner mi firma)

 
A las 15 de junio de 2008, 18:27 , Blogger Miguel Ángel López Trujillo ha dicho...

Gracias por tu apoyo Rubén. Es increíble la gente con la que se encuentra uno por ahí, que encima van de dignos.

 
A las 19 de junio de 2008, 15:50 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Mucha marca personal... pero también mucho egocentrísmo, ¡madre mía!

 

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