miércoles, 18 de julio de 2007

Copia

Uno de los tics más actuales en el mundo de hoy es el de innovar, evolucionar, mejorar, desarrollar. En una palabra: cambiar. Las empresas quieren nuevos productos, nuevas soluciones. Las administraciones públicas quieren dar mejores prestaciones. Los profesionales están obligados a incorporar nuevas habilidades y capacidades si no quieren ser maltratados por el mercado.

No sé si alguien ha analizado esta locura colectiva por cambiar, cambiar y cambiar, pero me parece eso mismo: una locura colectiva.

¿Por qué? Porque uno de los pasos obligados para convertir una moda, una tendencia, un descubrimiento o una experiencia en conocimiento (es decir, un saber intemporal) es la mera reflexión.

Analiza tu propia existencia: si estudias lo que te pasó con 20 años, hoy a lo mejor tiene sentido dentro del contexto global de tu vida. Sin embargo, en aquel entonces seguro que estabas perdido, o decisiones de las que entonces estabas seguro hoy parecen irrelevantes, y viceversa, cosas a las que no le diste entonces importancia a día de hoy fueron cambios de rumbo afortunados.

Reflexión. Madurar. Dejar que las cosas se asienten.

Todo esto viene a cuento para explicar por qué considero muy potente una forma de jugar con la información: copiar.

En este punto se me criticará de múltiples maneras: eso es plagio, aprovecharse del trabajo de otros en beneficio propio, no utilizar tu propia capacidad cerebral, no es innovar, no es crear cosas nuevas, eso lo hace cualquiera y no necesito pagarte una fortuna por tu consultoría.

Responderé a la gallega: “depende”.

Cuando me encuentro inmerso en un proceso creativo (actualmente estoy pariendo textos para mi página web www.googlehumano.com) poco libera más mi pensamiento que copiar. La presión social y empresarial por crear cosas nuevas de la nada es terrible, pero te voy a contar un secreto:

Nadie, repito nadie, tiene la capacidad de conocer toda la información existente, de asimilar su conocimiento, ni de tener memoria para reconocer frases o imágenes exactas (con algunas excepciones excepcionales, valga la redundancia).

Por lo tanto, si encuentras una buena idea, cópiala. Cuando encuentro textos e imágenes útiles las copio, cuando veo buenas idea las copio, cuando personas a las que me quiero parecer hacen algo copio sus comportamientos.

¿Y no aporto nada? Yo creo que sí.

Primero, mi experiencia vital y profesional es única e intransferible. Por lo tanto no copio al ton ni son, sino que elijo aquello que quiero copiar. El propio acto de selección ya es creativo, y aporto valor añadido porque separo lo que es bueno y útil de lo que no lo es.

Segundo, copio aquello que me es útil a mi proyecto, pero raramente me encaja al 100% por lo que tengo que adaptarlo. Es decir, no “calco”, sino que aprovecho aquello que me sirve y lo retuerzo para encajarlo en mis esquemas. También ese acto de adaptación da valor.

Y por último, y siguiendo con el argumento anterior, parir algo de cero es durísimo, y exige una inversión de recursos que a lo mejor otro ya hizo y que no merece la pena repetir. En otras palabras: ¿para qué reinventar la rueda? En cambio, si copio aquello que es bueno tengo ya parte de mi trabajo hecho, y libero mis energías para centrarme en aquello que dé ese toque novedoso e innovador a algo que ya estaba allí. La metáfora del programador es aquí la más adecuada: el código está ya escrito en un 80%, y lo que hacen es retocarlo para crear, por ejemplo, una página nueva para su cliente. Ese 20% es lo que hace un producto nuevo, pero si ese programador hubiese tenido que currarse el 80% que otro ya hizo estaría agotado en el momento en que tendría que haber recurrido a su fuerza creativa para hacer una web nueva.

El ejemplo de mis rutas para Evoluziona es obvio en este caso: copié algo que ya estaba hecho (una ruta propuesta por el propio Ayuntamiento de Madrid), digamos el 70% de mi producto, y eso liberó mi mente y recursos para añadirle un 30% de contenido creativo (proveniente de otros libros, webs y mis conocimientos personales) que convirtió ese producto ya existente en algo nuevo que va a tener éxito.

Piensa como aprendiste: caligrafía, dictados, imitaciones, exámenes. Aprendiste copiando.

Copia tus fuentes de información, juega con ellas, hazlas tuyas, y cuando menos te des cuenta no sabrás distinguir lo que es de otro de aquello que has aportado tú. Y si todavía supera el trabajo original al tuyo lo tienes fácil, identifica tus fuentes y también aportarás valor: ayudarás a otros a conocer aquellas cosas valiosas que tú has encontrado.


Etiquetas: , , ,

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio